La elevada longevidad de las personas en nuestros días frecuentemente se acompaña del dato de que los últimos años de la vida se caracterizan por una gran fragilidad física, unida a diferentes grados de deterioro cognitivo. Esta suma de circunstancias determina la existencia de un mayor o menor nivel de dependencia de otras personas, que son las que se ocupan de su atención o cuidado. Lo expuesto hace aconsejable una reflexión sobre el equilibrio entre la capacidad testamentaria de los mayores dependientes con la mayor garantía posible de su plena libertad para testar.
Ponente

Silvia Díaz Alabart
Catedrática de Derecho Civil de la Universidad Complutense de Madrid.
